Me preguntan mis dos hijas, desde su inocente adolescencia, mi opinión acerca de la huelga feminista del ocho de Marzo…
Les respondo que, hasta que yo recuerdo, siempre se había celebrado el ocho de marzo, como el DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA… Que siempre había sido ese día, jornada no de huelga sino de merecida celebración insisto; y de justas reivindicaciones, como no podía ser de otra manera…
Celebración de lo femenino, del mérito de ser mujer en toda época y circunstancia. Y siempre habían hecho las mujeres de este día, repito, no uno de de tensión social y huelga cuasi obligatoria, sino algo así como un ‘día feriado’ en el que la que podía, no trabajaba… Pero ese ‘no trabajar’ era algo así como un gesto casi festivo, de demanda y exigencia de de unos derechos y libertades más que merecidos.
Había sido siempre el ocho de marzo una ocasión para alabar la valentía de la maternidad trabajada; el coraje de engendrar, parir, educar y nutrir amorosamente…
Una fecha histórica para exaltar las virtudes del trabajo, el esfuerzo y la dignidad femeninas. Un día éste, para ensalzar a la mujer en la figura de las esposas amadas y las amantes deseadas; de las hijas adoradas; de las madres abnegadas y de las hermanas cercanas… Un gesto para amigas sinceras y compañeras… Era en el fondo un rendido homenaje a un género, el femenino, que si no existiera, habría que inventarlo…
Creo que el hacer de una celebración así, ocasión para enfrentar casi agresivamente en una huelga tramposa a hombres contra mujeres, no es sino un intento sibilino de instaurar, la perversión paranoica de un complejo maníaco depresivo, que persigue la disolución de lo femenino en favor de una sectaria ideología de género, ya no feminista, sino represora, oscura y revanchista; además de segregadora y completamente inútil…
Que no os engañen
¡¡¡ VIVA EL DÍA DE LA MUJER…!!!
Antonio rodríguez Miravete. Juntaletras