Y fue condenado eternamente por los dioses, a subir rodando una y otra vez la misma enorme roca, hasta lo alto del pico de la misma colina; pero sólo, para sufrir el castigo de ver caer esa piedra una vez tras otra, rodando, cuesta abajo…
El mito de Sísifo, describe así la paradoja de someternos constantemente a los mismos esfuerzos inútiles. De nuestro celo compulsivo, inconsciente y subconsciente, de cometer siempre los mismos errores repitiendo nuestros miedos… De engañarnos creyéndonos salvados, seguros y guarnecidos de todo peligro, en esas trincheras cavadas con nuestros temores y costumbres; parapetados tras nuestras propias estupideces, creencias, y vicios adquiridos… Una, y otra vez. Todo, pese a que sin duda conocemos lo sutil y evanescence de esta vida: se va, en un momento…
Y perdemos el tiempo… pendientes, solo de nosotros mismos…
Siempre he creído que la confianza, al igual que el verdadero amor bien entendido, es un sentimiento endógeno… Ambos, al ser dones a entregar, tienen que ser engendrados primero en nosotros; han de nacer en nuestro interior, en ese lugar difuso a medio camino entre nuestro corazón y nuestra psique… Y desde ahí, tienen que fluir y ser otorgados sinceramente y sin condiciones al otro; si es que en verdad lo amamos…
Y si no es así; si solo esperamos que sea el otro el que se gane esa confianza o conquiste ese amor, esperaremos en vano… Pero precisamente, porque al esperar nos crearemos expectativas; nos formaremos una idea onanista y estereotipada, de éso que esperamos y de cómo deseamos que suceda… Y la otra persona, ciertamente nos defraudará siempre; pero porque seguro tendrá conceptos diferentes a los nuestros al respecto, de los matices en la expresión del sentimiento amoroso, o de cómo se demuestra o se gana uno la auténtica confianza del otro…
Cuando tenemos hijos, tenemos la obligación de confiar en ellos por amor… Confiar, en que surtan efecto nuestros consejos y la educación que les hemos dado; que hagan su trabajo, tanto lo mucho que los queremos como el tiempo necesario para que maduren… Del mismo modo hemos de obrar con el amor y la confianza en nuestra pareja. De lo contrario, tristemente, nos habremos acostumbrado a entender el amor, o la confianza, sólo como nos gusta; justo como nosotros esperamos que sea… Nos perderemos así otras formas de amor o de confianza; formas que quizá al principio no entendamos, pero que podrían apasionarnos y hacernos gozar, solo, si nos entregásemos…
Y si tu amor quiere cobrarse, porque es celoso, exigente o avaro; o si tu confianza duda constantemente de cada paso que ignoras en el otro; sin remisión ambos sentimientos, tan hermosos, se convertirán en algo así como en un patrimonio; en una cuenta a llevar; en una simple propiedad que como tal, tendremos que defender frente al robo o la traición. Y esos sentimientos tornarán en dominio en vez de amor, o en control en vez de confianza… Y se convertirán por ello, esclavizándonos, en meras sensaciones u objetos de posesión; perdiendo la hermosa cualidad vivificante que ambos sentimientos tienen, para hacernos la vida todavía más libre, más feliz y más fácil, junto al otro…
💕❤️
Antonio Rodríguez Miravete
Antonio, estoy abrumado por la cantidad de egoísmo, posesión, autocompasión y resentimiento que describes en estas líneas.
Todo lo que el mundo necesita es el amor, pero como nadie puede decir a ciencia cierta qué es, se puede comenzar por la empatía.
Saludos (:
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias por tu comentario 🙏
Me gustaMe gusta